Si me dieran una latita por cada vez que me han dicho que los gatos no somos de esta galaxia, serÃa ahora mismo una magnate de las latitas. Los gatos fingimos absoluta indiferencia cuando escuchamos esto, e incluso miramos al humano en cuestión con cierta displicencia, como si quisiéramos dar a entender: si yo te contara…
Pero ahora todo ha cambiado. Lejos, muy lejos de este planeta, en la frontera de la galaxia conocida, entre la luz de lo conocido y la negrura de la materia oscura, allÃ, hay estrellas. Estrellas antiquÃsimas y muy pesadas, el equivalente a los dinosaurios celestes; a su lado el sol no es más que un jovencito en llamas. Y hay una, una estrella, que se llama J0023+0307, que ha sido descubierta por los astrofÃsicos canarios del IAC, con su Gran Telescopio de Tenerife,  que existe desde poco después del estallido del Big Bang. La primera generación de las estrellas que surgieron entonces se extinguieron, agotadas por su potencia; pero nuestra J0023+0307 surgió poco después de eso, entre una segunda generación de estrellas que se creÃan ya imposibles de encontrar. Una estrella solitaria, sin planetas, que nadie esperaba que hubiera sobrevivido y que, en realidad, ni siquiera deberÃa existir.
No sé si los cientÃficos canarios que buscan estrellas, David Aguado, Carlos Allende Prieto, tienen en su casa un gato que, de vez en cuando, miran hacia el cielo, en busca de algo invisible, pero no lo descartarÃa. Aunque no queramos, los felinos damos pistas. Los gatos no podemos evitar esa nostalgia por la estrella perdida de la que venimos, de ese punto de luz en el cielo que tuvimos que abandonar antes de que nos recogieran en la Tierra. Yo misma paso horas enteras con la mirada fija en el firmamento; pero como en lugar de un padre humano astrofÃsico al que inspirar para que siga escudriñando en el universo, tengo una madre humana escritora que no se entera de nada, mi mensaje telepático se desperdicia con ella. Me mira, me acaricia la cabecita, me dice:
-Qué mona eres, ahà en la ventana. ¿Qué verás con esas pupilas verticales?
Y con un poco de suerte me da una latita.
En todo el mundo los gatos buscamos la estrella de la que venimos. Nos orientamos a ella como una gran brújula felina, y desde tiempos remotos la señalamos con las orejas enhiestas. Pero ha hecho falta que estos cientÃficos españoles, tantas veces olvidados, nos entendieran. Si yo hubiera estado allà en el momento en el que el Instituto AstrofÃsico Canario dio con J0023+0307 me hubiera hecho un ovillo, aliviada. Al fin conocen nuestra estrella, misteriosa, reluciente, solitaria y fascinante. Como nosotros, incomprensible y silenciosa. Como nosotros, sigue allÃ.
Además…
Cosas poco serias
Pequeños trucos
Un respiro