¿Somos lo que comemos? Ahora sabemos que también somos lo que nos sentamos. Resulta que la presión que sufren las nalgas cuando estamos sentadas estimula el desarrollo de depósitos de grasa en el trasero. Dicho de otra forma: cuando nos sentamos, ayudamos a que las células adiposas de las nalgas “conspiren” contra nosotras para hacer que el trasero siga aumentando de tamaño.
Lo explican expertos de la Universidad de Tel Aviv en un estudio publicado en la revista Biophysical Journal. “Al revés que el músculo y el hueso, que se debilitan cuando los infrautilizamos -es decir, cuando nos movemos poco-, los depósitos de grasa se expanden peligrosamente cuando los sometemos a presión”, explican los investigadores. “Es un descubrimiento relevante, porque en esta era del automóvil, el ordenador y el sofá, la gente se pasa cada vez más tiempo sentada, aumentando así el riesgo de problemas musculares y óseos y, por supuesto, disparando el riesgo de obesidad y problemas cardiovasculares”, añaden los expertos israelíes, que han utilizado tecnología muy avanzada –entre otros, un microscopio de fuerza atómica– para analizar la cuestión.
Medidas mucho más sencillas pueden ayudarte a reducir esa la presión “obesogénica” y, de paso, mejorar tu salud general:
· Levántate de la silla o el sofá cuando hables por teléfono.
· Si te resulta posible, cambia la mesa normal de trabajo por una mesa alta que te permita trabajar de pie (existen varios modelos en el mercado).
· Propón reuniones y charlas de trabajo caminando en vez de en despachos o salas de reuniones.
· Pedalea sobre una bicicleta estática mientras ves la tele.
· Levántate de la silla o el sofá cada media hora y camina unos minutos.
· Desplázate caminando siempre que te sea posible. Recuerda que todos los tramos suman al final del día y que cuanto más tiempo pases sentada, peor para tu salud …y la medida de tu trasero.